En todo el mundo, a pesar de que se encuentran entre los grupos que más sufren en las situaciones de conflicto, las mujeres y las niñas siguen liderando las luchas por los derechos humanos en sus comunidades. A lo largo de los dos últimos años, decenas de miembros de la Red-DESC han participado en debates entre redes para elaborar el informe analítico “Construir una paz sostenible. Transformando las situaciones de conflicto para las mujeres”. El informe sostiene que, al abordar las situaciones afectadas por los conflictos, es fundamental adoptar un enfoque feminista interseccional a través de un marco de derechos humanos, y ofrece siete lecciones y principios para orientar el trabajo sobre el terreno.
Los derechos humanos de las personas que viven en una situación de conflicto, incluidos los derechos económicos, sociales y culturales (DESC), se ven afectados por las hostilidades y la violencia de alta intensidad, así como por conflictos más prolongados y situaciones de ocupación. Dependiendo de las características de un conflicto -su intensidad, duración, objetivo y geografía- las violaciones de los DESC pueden ser directas y deliberadas, como medio de guerra, o secundarias, a causa de las hostilidades. Entre los derechos más afectados se encuentran el derecho a un nivel de vida adecuado -acceso a la alimentación, el agua, el saneamiento y la vivienda, así como a la salud, el trabajo y la educación-, junto con los derechos civiles y políticos a la vida, la libertad y la seguridad y la libertad de expresión, de circulación y de no sufrir torturas ni tratos crueles, degradantes e inhumanos, incluida la violencia sexual.
En las situaciones de conflicto, las mujeres se encuentran entre la gran mayoría que sufre pérdidas de empleo y despidos. Las mujeres siguen soportando la carga del trabajo de cuidados en general -incluyendo el trabajo reproductivo y el cuidado de los niños, el cuidado de los enfermos y de los adultos mayores-, que sigue sin contabilizarse, haciéndose invisible y sin valorarse. En situaciones de conflicto, los cuidadores suelen enfrentarse a situaciones extremadamente volátiles e inciertas, como desplazamientos forzados o bombardeos, que pueden provocar altos niveles de estrés crónico que afectan a su bienestar psicosocial y a su capacidad para cuidar de las personas que tienen a su cargo y de otras personas vulnerables. El acceso de las mujeres y las niñas a los servicios esenciales se ha vuelto aún más difícil. Como resultado de la migración y los desplazamientos provocados por el conflicto, la necesidad económica y otros procesos, muchos hogares rurales están encabezados por mujeres, pero no se les reconoce plenamente. La violencia sexual, incluida la violación, se utiliza cada vez más como método de guerra y herramienta de tortura durante el conflicto. A pesar de ello, las mujeres siguen estando poco representadas en los procesos de paz.
También es importante reconocer que las mujeres no son un grupo homogéneo. Las mujeres y las niñas se enfrentan a diferentes barreras y formas de discriminación basadas en sus identidades cruzadas en cada sociedad. Cuestiones como la clase social, el estatus de ciudadanía, la identidad sexual, la raza, la religión u otras cuestiones pueden convertirse en barreras para que las mujeres accedan a sus derechos.