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Martes, Marzo 8, 2022
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Coincidiendo con el Día Internacional de las Mujeres, las mujeres de todo el mundo reafirman que son una fuerza poderosa que es necesario reconocer, mientras libran una lucha colectiva contra la opresión y rompen barreras sistémicas y estructurales.

Frente a la pandemia, las mujeres en toda su diversidad (en sindicatos y fábricas, en granjas y comunidades indígenas, en centros pobres urbanos en organizaciones estructuradas o movimientos informales) continuaron movilizándose y se ubicaron al frente de la lucha contra la COVID-19 y contra las crisis políticas y socioeconómicas en aumento que son intrínsecas a un sistema patriarcal, colonialista, racista e imperialista.

A pesar del fracaso de las respuestas y la falta de rendición de cuentas de los gobiernos, en todo el mundo las mujeres demostraron su resistencia contra las crecientes reacciones autoritarias y militaristas a la pandemia, liderando iniciativas para sus comunidades. Las mujeres lideraron comedores y almacenes de alimentos comunitarios, y proporcionaron comidas y ayuda a las comunidades pobres, sin empleo y abandonadas. Respondieron a las necesidades de las mujeres que fueron objeto de diversas formas de violencia mientras se defendían a sí mismas de ataques sin cesar. Las mujeres indígenas defendieron sus tierras ancestrales en el marco de una militarización que se intensificó durante los confinamientos. Las defensoras de los derechos humanos se enfrentan a la violencia perpetrada por fuerzas estatales y grandes empresas.

Incluso en épocas de crisis, las mujeres se resisten y florecen. Con la acción colectiva, seguimos aquí y continuamos la huelga.

Luchamos por el acceso universal a sistemas de salud pública de calidad y centrados en las personas, y por la justicia en términos de vacunas para todos los países.

La pandemia expuso las enormes irregularidades de la respuesta y la asistencia sanitaria comercializada, privatizada y centrada en las ciudades. Es necesario poner fin inmediatamente a las reglas comerciales y los tratados de inversión diseñados para beneficiar a las empresas multinacionales para que obtengan ganancias a costa de la salud pública. Feministas de todo el mundo apoyan el llamado a poner fin a la captura corporativa y a establecer una exención al acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre todos los medicamentos, dispositivos médicos y todo otro producto médico. También se deben suspender las reglas comerciales que imponen los intereses de las empresas y debilitan la capacidad de los Estados para proteger la salud pública.

Hacemos huelga por la urgencia de un nuevo y más justo pacto social sobre los cuidados.

Ya hace demasiado tiempo que las mujeres son obligadas a aceptar estructuras sociales patriarcales, injustas y todavía dominantes que naturalizan el cuidado como exclusiva responsabilidad de la mujer. Como reveló esta crisis, el cuidado está en el centro mismo de nuestras sociedades y economías, pero sigue sin ser reconocido y mayormente invisible, y cada vez se lo privatiza y mercantiliza más como una fuente de ganancias para empresas. Un pacto social sobre el cuidado feminista y basado en los derechos solo se podrá lograr cuando la economía deje de depender de la devaluación del trabajo de las mujeres como una fuente de ventaja competitiva. Por medio de este nuevo pacto sobre el cuidado, llamamos a los gobiernos y demás actores a redistribuir, reducir y reconocer el cuidado; a asegurar la participación plena y efectiva de lasos cuidadoras y las redes comunitarias de cuidado en la toma de decisiones referidas a políticas de cuidado; a garantizar los derechos de laos trabajadoraes de cuidado remuneradaos y mal remunerados; a hacer que el cuidado sea una cuestión de derechos y no de privilegios; y a crear soluciones o alternativas centradas en el cuidado para el modelo económico actual, tomando en cuenta cómo se entiende el cuidado en diferentes contextos.

Hacemos huelga por condiciones de trabajo seguras, trabajos decentes y salarios dignos para todas las trabajadoras.

Ya antes de la pandemia, millones de trabajadoras de los sectores formal e informal, incluyendo las trabajadoras domésticas y las migrantes, se enfrentaban a la violencia en sus lugares de trabajo, salarios bajos y condiciones de trabajo precarias. La pandemia de COVID-19 solo agravó la situación que ya era grave de las trabajadoras en todo el mundo. Las mujeres sufrieron la pérdida de trabajo y de ingresos en forma desproporcionada debido a que son mayoría en los sectores más afectados, como los servicios de restauración y de hospedaje, y el sector manufacturero. Las feministas llaman a los gobiernos a asegurar que las trabajadoras, incluyendo aquellas con discapacidades, las migrantes, inmigrantes y refugiadas, con y sin documentos, reciban subsidios salariales y paquetes de ayuda económica, que se les garanticen salarios dignos, protección social universal y otros beneficios, y que se las proteja de toda forma de violencia en el lugar de trabajo.

Hacemos huelga por sistemas de alimentación locales basados en la comunidad, los derechos de las mujeres a la tierra y los recursos, y la soberanía alimentaria.

La pandemia también expuso las debilidades de un sistema de alimentación dominado por poderes imperialistas. La inseguridad alimentaria y el hambre han alcanzado niveles sin precedentes, porque la tierra y los recursos nacionales están siendo saqueados y explotados. En medio de esta grave situación, las activistas de las bases se pusieron de pie y demostraron su resistencia al sistema de alimentación dominante, desarrollando alternativas y afirmando sistemas locales basados en la comunidad que satisfacen las necesidades locales y la autosuficiencia alimenticia. Estos sistemas de alimentación deben ser protegidos y promovidos en lugar del sistema global corporativo, y se deben asegurar los derechos de las mujeres a la tierra y los recursos productivos, dado que ello es crucial para realizar suslos derechos humanos de las mujeres y para lograr sistemas de alimentación equitativos y sostenibles. También se debe lograr la soberanía alimentaria o la autodeterminación de las comunidades respecto de la producción de alimentos y el uso de recursos, incluyendo las prácticas agroecológicas, a fin de garantizar el derecho de los pueblos a una alimentación segura, nutritiva y apropiada desde el punto de vista cultural. También llamamos a respetar, proteger, cumplir y promover el derecho a la tierra de las mujeres campesinas e indígenas, incluyendo el derecho de los pueblos indígenas al consentimiento libre, previo, informado y continuo, así como derechos más amplios de todas las mujeres relacionados con la vivienda, la tierra, la alimentación y la subsistencia.

Hacemos huelga por soluciones feministas para el clima y la biodiversidad que protejan el medio ambiente y los derechos y la subsistencia de las mujeres.

Las falsas soluciones para el clima centradas en los beneficios económicos, impulsadas por el capitalismo y sistemas opresivos, favorecen el desarrollo de gran escala, perpetuando la opresión de las mujeres por medio del acaparamiento de tierras. También fortalecen los gobiernos autoritarios y el militarismo en las comunidades rurales e indígenas. Debemos aprovechar esta oportunidad para lograr una transición justa y equitativa en lugar de una economía extractiva, explotadora y basada en el consumo; hacia un modelo socioeconómico justo, sostenible y basado en el cuidado que se centre en las necesidades y los derechos de las comunidades. Para ello tenemos que poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles y construir una democracia energética. También tenemos que analizar los efectos específicos en función del género del cambio climático y asegurar la participación activa de las mujeres en el diseño, la implementación y la evaluación de las iniciativas relacionadas con el cambio climático.  Es hora de acordar un nuevo contrato social sostenible que ponga fin a las crisis del clima, la contaminación y la biodiversidad, la crisis sanitaria y la crisis de desigualdades.

Hacemos huelga por un mundo justo desde el punto de vista del género en el que no haya opresión, injusticia y violencia contra las defensoras de los derechos humanos.

Las defensoras de los derechos humanos están al frente de la lucha contra la impunidad y la opresión, cuestionando sistemas opresivos y denunciando injusticias. Su formidable trabajo y dedicación para sostener la lucha por la justicia en el desarrollo las vuelve el blanco de amenazas y violencia. Miles de defensoras de los derechos humanos son acosadas, vilipendiadas, arrestadas, desaparecidas y asesinadas en todo el mundo. También suelen enfrentar represalias de sus propias comunidades, organizaciones y entornos por alzar la voz. La persecución política y la penalización del disenso debe terminar. De la misma manera, los perpetradores, incluyendo los gobiernos y las fuerzas estatales, deben rendir cuentas por estos ataques.

El prolongado efecto de la pandemia de COVID-19 destacó el hecho de que son las mujeres quienes mueven el mundo, y que el trabajo productivo y reproductivo depende de las mujeres. Las mujeres, como lo demuestran sus afirmaciones y su resistencia, saben que la lucha activista es un imperativo para poner fin a las crisis provocadas por el capitalismo imperialista, el fundamentalismo, el militarismo y el patriarcado. Porque solo cuando se eliminen las desigualdades de riqueza, poder y recursos entre países, entre ricos y pobres, y entre todos los géneros, las mujeres serán verdaderamente libres y se harán realidad los derechos humanos de las mujeres.

Por todo esto, en este Día Internacional de las Mujeres, celebramos a los miles de millones que continúan alzando la voz, eliminando barreras y llamando a la acción colectiva y la solidaridad para trabajar para que la justicia en el desarrollo sea una realidad para todas las personas. Hoy más que nunca, reafirmamos que si las mujeres paramos, el mundo se detiene.