Summary
Un ciudadano afgano (el Sr. M.S.S.) presentó una solicitud de asilo en Bélgica tras ingresar a la UE a través de Grecia. Conforme al Reglamento de Dublín (legislación de la UE que determina qué país es responsable de procesar solicitudes de asilo específicas), Bélgica lo trasladó nuevamente a Grecia para que Grecia procesara la solicitud de asilo. Grecia detuvo al solicitante bajo condiciones degradantes y luego lo liberó dentro del país para que espere hasta que se resuelva su solicitud. Durante este periodo, el Sr. M.S.S. no tuvo donde vivir, no se le permitió trabajar y no tuvo acceso a infraestructura sanitaria ni a ningún tipo de recurso. El solicitante demandó a Grecia y a Bélgica por violaciones del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH). En particular, estableció que su expulsión por parte de las autoridades belgas había violado los artículos 2 (derecho a la vida) y 3 (prohibición de la tortura), y que en Grecia había sido sometido a un trato prohibido bajo el artículo 3; también denunció la falta de un recurso bajo el artículo 13 (derecho a recurso efectivo) que le hubiera permitido que fueran evaluados sus reclamos.
La Corte sostuvo que Grecia había violado el artículo 3 del CEDH respecto de la detención del solicitante bajo condiciones degradantes y de su liberación para que viva bajo condiciones de pobreza extrema mientras esperaba que se resuelva su solicitud. Consideró que “tales condiciones de vida, combinadas con la prolongada incertidumbre en la que ha quedado y la absoluta falta de perspectiva de que mejore su situación” eran suficientemente graves como para no ser compatibles con el artículo 3. La Corte también concluyó que Grecia había violado el artículo 13 tomado en conjunto con el artículo 3 debido a las deficiencias que presentó la evaluación por parte de las autoridades griegas de la solicitud de asilo y al riesgo que enfrentaba el solicitante de ser devuelto en forma directa o indirecta a su país de origen sin que se evaluaran seriamente los méritos de su solicitud de asilo y sin tener acceso a un recurso efectivo. En su análisis, la Corte señaló que la versión de los hechos presentada por el solicitante había sido corroborada por múltiples informes de instituciones públicas internacionales y sin fines de lucro.
Respecto de los reclamos contra Bélgica, la Corte sostuvo que ese país había violado el artículo 3 del CEDH al trasladar al solicitante a Grecia sin verificar previamente el cumplimiento por parte de Grecia de sus procedimientos en materia de asilo y de los estándares establecidos por la UE y exponerlo a condiciones de detención y de vida contrarias al artículo 3. La Corte concluyó que las autoridades belgas tenían a su disposición numerosas fuentes que informaban sobre el hecho de que el procedimiento de asilo de Grecia violaba el CEDH y señaló el hecho de que varios países ya habían suspendido los traslados a Grecia por tal razón. La Corte también concluyó que Bélgica violaba el artículo 13 del CEDH al impedir, bajo su procedimiento existente, que las personas establecieran un potencial riesgo de violación del artículo 3 en caso de ser expulsadas a otro país. La Corte reiteró que “todo reclamo de que la expulsión a otro país expondrá a una persona a tratos prohibidos por el artículo 3 de la Convención debe ser evaluado detenida y rigurosamente y, sujeto a un determinado margen de discreción permitido a los Estados, el cumplimiento del artículo 13 requiere que un órgano competente pueda examinar la sustancia del reclamo y otorgar una reparación adecuada”.
Se ordenó a Grecia y a Bélgica el pago de 25.900 euros por daños no pecuniarios (la mayor parte del monto a ser pagado por Bélgica), más costas y gastos. La Corte también indicó que Grecia debía proceder a examinar la solicitud de asilo del solicitante de manera tal de cumplir con los requisitos del CEDH y debía abstenerse de deportarlo mientras no estuviera resuelta la solicitud.