Miembras del grupo de Trabajo Mujeres y DESC de la Red-DESC se sumaron a las más de 2000 mujeres, juventudes, colectivos LBBTINB, afrodescendientes, indígenas, migrantes, personas con discapacidades, de contexto rural y urbano, de más de 30 países de la región que llegaron a este espacio. Este Foro – el más grande celebrado hasta la fecha -, sirvió como antesala de la XV Conferencia tuvo como eje central los desafíos hacia una sociedad del cuidado y el reconocimiento económico y social del mismo. Como dice Vanina Escales de CELS, que estuvo trabajando en la construcción del Foro Feminista, “hoy más que nunca es clave preguntarnos qué tipo de sociedades queremos, qué tipo de sociedad de cuidados queremos, cómo poner la vida en el centro de nuestras sociedades, en lugar del mercado y otros tipos de relaciones y qué vínculos queremos”.
El Foro abrió con una ceremonia ancestral a cargo de diferentes lideresas indígenas de la región, seguida por las palabras de bienvenida de representantes de la sociedad civil, como organizaciones indígenas, sindicatos, movimientos de varios países y también de organismos internacionales y del sector público,la dirección Regional para las Américas y el Caribe de ONU Mujeres, y la División de Asuntos de Género de la CEPAL.
Coincidieron en el hecho de que los cuidados deben ser colocados en el centro de todo debate sobre la recuperación económica y social de la región. Sin embargo, apuntaron que el camino es ambicioso y arduo para conseguir una fuerte legislación y para que la agenda de cuidados sea reconocida como central para la sostenibilidad de la vida, como un derecho en sí mismo y como un trabajo.
Por un lado, hay una convicción de que la pandemia ha revelado que los cuidados están en el centro mismo de nuestras sociedades y economías; y que sin embargo, siguen en su mayoría sin ser reconocidos y permanecen invisibles, además de estar cada vez más privatizados y mercantilizados. Por otro, llama a promover que el trabajo de cuidados sea un tema de derechos humanos y la urgencia de avanzar hacia un nuevo pacto social de cuidados. Para comprender esta urgencia basta mirar los datos de CEPAL, que señalan que ya antes de la pandemia las mujeres dedicaban más del triple de tiempo al trabajo no remunerado que los varones. Asimismo, se confirmaba que en aquellos hogares con niños y niñas la sobrecarga de trabajo de cuidados en las mujeres era mayor (con las consabidas consecuencias para su incorporación al mercado laboral).
¿De qué depende cambiar esta dinámica?
De que las políticas de recuperación económica sean estudiadas a la luz de las enseñanzas de la economía feminista, teniendo en cuenta simultáneamente los impactos generizados tanto en la esfera productiva como en la reproductiva. “Tenemos mucho que aprender de la economía feminista para fortalecer alternativas que pongan en el centro la vida, partiendo de un enfoque feminista y valorando formas de construcción colectivas y democráticas”, dijo Irene Aguirre de Fundeps.
Para las miembras de la Red es importante sumarnos a esta agenda regional. “Venimos a contribuir con nuestro marco propuesto de las 6R, que son demandas políticas clave dirigidas a: redistribuir, reconocer, reducir los cuidados, asegurar la representación, reformular la economía como una economía solidaria, y cumplir con los derechos de los cuidadores y receptores”, dijo Claudia Lazzaro de SOCRA.
La mirada desde las trabajadoras de hogar también es clave. En América Latina y el Caribe, según la CEPAL en 2019, alrededor de 13 millones de personas se dedicaban al trabajo doméstico remunerado, siendo el 91,5% mujeres, muchas de ellas afrodescendientes, indígenas y/o migrantes. Ida le Blanc de Trinidad y Tobago, directora de NUDE, destaca la importancia de fortalecer la representación de las trabajadoras domésticas, especialmente las trabajadoras informales y de las redes comunitarias de cuidado para que sean incluidas en las propuestas de sociedades de cuidado feministas, ecológicas y con justicia social.
Los testimonios durante los debates incluyeron: el derecho a cuidar y ser cuidado de personas mayores y personas con discapacidad; la corresponsabilidad de los cuidados entre los géneros y la visibilización y el reconocimiento económico y social de los trabajos de cuidado. Se subrayó la importancia de la sociedad civil para reclamar y monitorear las políticas públicas que ayudan a cerrar las brechas de género en la región. La defensa del cuidado del agua, de la tierra y del planeta fueron centrales también.
Estas luchas llaman también a desafiar el poder de las empresas y construir estrategias para la defensa de la biodiversidad y los derechos a la tierra de los pueblos indígenas y las comunidades locales, la protección de personas defensoras y la lucha por el cambio sistémico.
Se colocaron con fuerza otros temas como la realidad de personas LGBTIQ+, el acceso a la educación sexual integral, a la anticoncepción y el aborto, a la salud para las personas trans y travestis y la lucha contra la violencia de género. Queda mucho por aprender de las compañeras de Argentina y la marea verde.
También estuvo presente el recuerdo amoroso de la líder feminista e indígena de Honduras Berta Cáceres asesinada en 2016 por defender el medioambiente, la concejala brasileña Marielle Franco asesinada por defensor de los derechos de la población afrodescendiente, de las mujeres y del colectivo LGTBI en Río de Janeiro en 2018 y otras compañeras defensoras de derechos humanos que fueron asesinadas por desafiar al poder corporativo y al patriarcado. Se realizaron fuertes llamados a la liberación de las presas políticas que existen en Nicaragua, al repudio por la violencia contra pueblos Mapuches y de lideresas Garífunas de Honduras ante los violentos desalojos y sus reclamos de sus tierras ancestrales.
El resultado de la jornada fue una Declaración Oficial que será un aporte a los compromisos de las autoridades de Latinoamérica y el Caribe en la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe.
Finalmente, como lo señala la declaración oficial: “Hoy no alcanzan los diagnósticos, las buenas intenciones, ni las declaraciones comprensivas, es fundamental impulsar y construir respuestas estructurales concretas con participación de múltiples actores, en clave de derechos humanos, desde una perspectiva de género, interseccional, transversal e incluyente de todas las diversidades hoy discriminadas y excluidas ¡Hoy más que nunca reclamamos justicia social, justicia económica y justicia de género! “