En ocasión de la fundación de organizaciones internacionales como la IFC, las Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional a fines de la Segunda Guerra Mundial, el Congreso de los EE.UU. aprobó la Ley de Inmunidad de las Organizaciones Internacionales de 1945, la cual garantizaba a dichas organizaciones la "misma inmunidad frente a demandas... que la gozan los gobiernos extranjeros”, aunque las organizaciones podían limitar o ampliar la inmunidad en sus actas constitutivas.