En todo el mundo, los movimientos sociales enfrentan ataques constantes: desde defensores de la tierra en América Latina y Gaza hasta habitantes de asentamientos informales en Sudáfrica. Estos actos de represión forman parte de un sistema más amplio que sostiene el poder económico y político a través de la violencia—ya sea mediante la represión estatal, los desalojos, la militarización o la explotación corporativa.
La EPV es un pilar fundamental de las estructuras económicas globales actuales, asegurando la expropiación de tierras, la represión de trabajadores y el desmantelamiento de la resistencia para mantener sistemas impulsados por el lucro. En esencia, la EPV nos ayuda a comprender quién se beneficia de la violencia (corporaciones, instituciones financieras, élites gobernantes), cómo se utiliza la violencia para sostener el poder económico y político (despojo de tierras, supresión laboral, criminalización de la resistencia) y cómo la violencia se cruza con sistemas de opresión como el colonialismo, el racismo, el patriarcado y el imperialismo.
El funcionamiento de la EPV no es casualidad, sino sistémico.
Cómo se Manifiesta la EPV en el Mundo
Como red internacional de derechos humanos, hemos sido testigos de la alarmante expansión de la EPV en todas las regiones del mundo. A continuación, algunos ejemplos de cómo se manifiesta en el panorama actual:
Despojo y Militarización
Movimientos como el MST en Brasil y los defensores garífunas en Honduras denuncian que los ataques contra comunidades campesinas e indígenas no son incidentales, sino estrategias deliberadas para despejar el camino a proyectos agroindustriales, mineros o turísticos de gran escala. La utilización de fuerzas militares, paramilitares o policiales para desalojar poblaciones y reprimir protestas es un mecanismo estructural de la EPV.
Imperialismo y Guerra
Los conflictos armados no solo responden a rivalidades políticas, sino que sirven intereses económicos que buscan abrir mercados, controlar recursos naturales y expandir la dominación geopolítica. Las luchas en Gaza y el Congo están interconectadas, evidenciando que la guerra es una herramienta clave del capitalismo global. Los desalojos violentos contra los pueblos indígenas Newa en Nepal o el bombardeo constante de civiles en Gaza forman parte de las mismas fuerzas sistémicas: especulación inmobiliaria, agroindustria, colonialismo de asentamiento y fronteras militarizadas—todo operando bajo la misma lógica económica de lucro para unos pocos por encima las vidas de millones de personas y la sostenibilidad del planeta.
Criminalización de la Resistencia
La EPV se manifiesta en el asesinato, encarcelamiento o persecución legal de líderes sociales que desafían el orden económico dominante. Según la ONG Global Witness, más de 2,000 defensores de la tierra y el medio ambiente han sido asesinados en todo el mundo desde 2012. Mientras tanto, ProtectDefenders.eu, el mecanismo de la UE para defensores de derechos humanos, brindó apoyo a casi 8,700 defensores en riesgo en 2021, reflejando un aumento del 23% respecto al año anterior.
El año pasado, el padre Marcelo Pérez, un sacerdote indígena y reconocido defensor de derechos humanos, fue asesinado por dos hombres armados a las afueras de su iglesia en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, una región del sur de México donde la violencia paramilitar ha servido a los intereses de industrias extractivas y el crimen organizado. Además, en lugares como Palestina, Colombia o Sudáfrica, activistas denuncian que la represión de los movimientos populares es financiada y respaldada directamente por corporaciones transnacionales y funcionarios corruptos.
Extractivismo y Destrucción Ambiental
Los movimientos ambientales sostienen que la destrucción de bosques, ríos y territorios indígenas no es un “efecto secundario” del desarrollo, sino una consecuencia directa de una economía basada en la explotación violenta de la naturaleza y las comunidades. La lucha contra el cambio climático se enmarca dentro de la lucha contra la EPV, ya que la crisis ecológica es resultado de la acumulación capitalista.
El Papel de la Red-DESC: Resistencia Colectiva ante la Represión Sistémica
En la Red-DESC, reconocemos que un ataque contra un movimiento es un ataque contra todos y todas. Nuestra red global—que une a más de 300 movimientos sociales, organizaciones de base y defensores en más de 80 países—se solidariza con quienes resisten la EPV. Amplificamos sus luchas, exigimos rendición de cuentas a los perpetradores y trabajamos colectivamente para desmantelar las estructuras de opresión.
Por eso, más de 130 organizaciones de derechos humanos hemos exigido un embargo de armas a Israel, movimientos desde Honduras hasta Nepal llaman a la presión internacional contra la represión corporativa y estatal, y comunidades desde Sudáfrica hasta Brasil siguen organizándose a pesar del alto costo en vidas.
Para enfrentar la Economía Política de la Violencia (EPV), nuestra respuesta debe ser tan global y sistémica como la crisis misma. Esto significa:
- Afilar nuestro análisis – Identificar y exponer a las corporaciones, bancos e instituciones que se benefician de la represión y el despojo.
- Escalar nuestras acciones – Ir más allá de la incidencia política hacia el apoyo directo a los movimientos, la presión económica (boicots, desinversiones) y la rendición de cuentas legal.
- Fortalecer la solidaridad global – Reconocer que las luchas en distintas regiones están interconectadas y requieren una resistencia coordinada.
Entendemos que la maquinaria de la violencia no se desmantelará por sí sola, pero en todo el mundo la gente está resistiendo. Nuestra tarea es acompañar, organizarnos y construir un futuro donde el poder lo tengan los movimientos sociales, no la represión.