El Día Internacional de la Mujer 2020, desde las Filipinas, India, Fiji, Nepal, Reino Unido, México, Argentina, Ecuador a Paraguay, más de un millón de mujeres en todas sus diversidades y de 60 países realizaron una Huelga Global de Mujeres para llamar la atención sobre las injusticias que siguen enfrentando las mujeres y exigir un cambio estructural para avanzar los derechos humanos de las mujeres. Hoy, mientras el mundo se prepara para la pandemia del COVID-19 o ya está respondiendo a ella, las demandas políticas articuladas colectivamente por la Huelga Mundial de Mujeres por un cambio transformador son más importantes que nunca: el COVID-19 no es neutral desde el punto de vista del género y la pandemia está afectando desproporcionadamente a las mujeres en todo el mundo, en particular a las de comunidades marginadas que experimentan discriminaciones interseccionales.
Diversas organizaciones y movimientos sociales de la Red-DESC de todo el mundo dieron forma a la declaración política de la huelga: “Queremos modelos de desarrollo alternativos que se centren en las personas y el planeta, y que defiendan los derechos humanos, la soberanía alimenticia y la justicia climática. Queremos trabajos decentes y sueldos dignos para todas las mujeres. Queremos que se reconozca adecuadamente, se reduzca y se redistribuya el trabajo de cuidados no remunerado. Queremos el fin de la violencia de género. Queremos el fin de los abusos de las empresas. Exigimos un acceso justo a recursos, al poder y a oportunidades. Exigimos que nuestras voces sean oídas, atendidas y protegidas. Queremos un cambio de sistema y lo queremos ya”.
Las huelgas coordinadas recordaron que, 25 años después de que los gobiernos se reunieran para adoptar la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing por los derechos de la mujer, esas promesas no se han cumplido y continúa la opresión estructural contras mujeres.
El brote del coronavirus está intensificando en todo el mundo esta opresión social, política y económica, causando un aumento de la violencia doméstica durante los períodos de confinamiento y como consecuencia de la mayor militarización; agravando las dificultades económicas para las mujeres, que están representadas desproporcionadamente en el sector informal y bajo condiciones de trabajo precarias; y ampliandola división de género del trabajo y el trabajo de cuidado remunerado y no remunerado, que suele ser llevado a cabo por mujeres, quienes actualmente están en la primera línea de lucha contra la pandemia. La pandemia no discrimina, pero los sistemas de opresión interseccionados, sí. Las mujeres, que se enfrentan a la violencia, la exclusión y la discriminación múltiples e interseccionadas, son las más afectadas.
La huelga conectó a una amplia gama de luchas relacionadas con los derechos económicos, sociales y culturales de la mujer: se movilizaron mujeres sindicalistas, comunidades indígenas, campesinas y de pescadores que defienden sus tierras, activistas que promueven la justicia climática, y muchas otras mujeres del mundo.