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Domingo, Mayo 2, 2021
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RedChimpu
Crédito foto - Red Chimpu Warmi

El 27 de abril de 2021, la Red-DESC coorganizó un debate en línea sobre los derechos a la tierra. Más de 50 representantes de organizaciones miembro de África, Asia, América Latina, Oriente Medio, Europa y América del Norte se reunieron virtualmente para aprender de las experiencias mutuas y fortalecer el análisis compartido y las narrativas comunes sobre la tierra, las injusticias históricas y las causas estructurales de las violaciones de los derechos humanos y del medio ambiente relacionadas con la tierra. El Proyecto de la Red sobre Medio Ambiente y Derechos Económicos y Sociales, el Grupo de Trabajo sobre Mujeres y Derechos Económicos y Sociales y el Grupo de Trabajo sobre Política Económica coordinaron el evento.

El objetivo de este evento era reforzar el trabajo colectivo en curso sobre la tierra. Más del 50% de los miembros de la Red-DESC trabajan en el ámbito de los derechos sobre la tierra. A partir del sólido análisis y las ideas que surgieron de esta reunión virtual, los miembros y miembras de la Red-DESC reafirmaron la importancia de seguir avanzando en la incidencia, la acción y el litigio colectivos para garantizar los derechos a la tierra para las personas y el planeta.

Durante este evento, varios miembros y miembras hicieron intervenciones formales, como: Debbie Stothart, (ALTSEAN-Burma), Elga Betty Angulo Gutiérrez (Confederación Campesina del Perú), Faith Alubbe (Kenya Land Alliance), Gam A. Shimray, (Asia Indigenous Peoples Pact), Xoán Carlos Sánchez Couto (Justiça nos Trilhos), Adam Barnes (Kairos: The Center for Religions, Rights & Social Justice) y S’bu Zikode (Abahlali baseMjondolo). Sofía Monsalve (FIAN Internacional) y Helen Tugendhat (Forest Peoples Programme) moderaron las sesiones sobre el poder empresarial y la financiarización de la tierra, la justicia climática y la protección de la biodiversidad, respectivamente.

En el transcurso del debate, los miembros y miembras recordaron que la tierra es un requisito previo para la realización de muchos derechos humanos, como el derecho a un nivel de vida adecuado y los derechos a la alimentación, la salud, la vivienda, el agua, un medio ambiente sano, la igualdad, la cultura y la autodeterminación, entre otros.  Aunque toda vida humana depende de la tierra directa o indirectamente, para millones de personas esta relación de interdependencia con la tierra es aún más estrecha, ya que estas comunidades dependen directamente de la tierra para su subsistencia, medios de vida, inclusión social y supervivencia cultural y espiritual. Sin embargo, millones de personas carecen de un acceso seguro a la tierra, de su uso o de su control, y otras son apátridas. El acaparamiento de tierras por parte de las empresas se ha intensificado claramente durante la pandemia de COVID-19, lo que a su vez ha contribuido –mediante la captura corporativa, incluida la privatización de las fuerzas de seguridad pública— a la creciente represión de las personas defensoras de los derechos medioambientales.

Los derechos a la tierra son muy importantes en la lucha de los pueblos indígenas por dos razones: por nuestra sostenibilidad y por nuestro derecho a la autodeterminación, principalmente. Por eso, los derechos sobre la tierra son fundamentales tanto en el debate sobre la biodiversidad como en el debate sobre el cambio climático. Así que el temor y el riesgo es que estos objetivos que se están estableciendo, por ejemplo, convertir el 30% de la tierra en ‘áreas protegidas’ para 2030, puedan convertirse en una herramienta o un medio para que los gobiernos sigan violando nuestros derechos y esta desposesión y la lucha de los pueblos indígenas continúen.
— Gam Shimray – Asia Indigenous Peoples Pact (Tailandia)

La membresía en general insistió en que es imposible abordar la cuestión de los derechos sobre la tierra sin analizar la estructura financiera mundial y la presión que ejerce sobre la tierra, así como sobre los bosques, la pesca y el agua. En palabras de Sofía Monsalve (FIAN Internacional): “ya no nos enfrentamos solamente a una empresa, a un poder corporativo, sino que nos enfrentamos a toda una estructura global: actores, fondos de pensiones, fondos de administración de capitales, paraísos fiscales, y estos actores son suelen ser clandestinos.” También se exploró cómo debemos enfrentarnos a un sistema capitalista complejo, que prioriza el beneficio y el crecimiento por encima de los derechos y la sostenibilidad. Faith Alubbe (Kenya Land Alliance) recordó cómo el desequilibrio de poder puede encontrarse también en la falta de acceso a la información: “Aparte de las injusticias históricas relacionadas con la tierra, tenemos problemas de acceso a la información. Y cuando se habla de acceso a la información, y se habla de megaproyectos, está el delicado equilibrio entre las cuestiones de divulgación y los derechos a la información pública… los derechos a la información para las comunidades y para el público en general. Como la cuestión de los beneficios, como la cuestión del pago de royalties. Cuántas regalías le da una empresa al gobierno y cómo pueden luego las comunidades reclamarlas […]”.

La destrucción ecológica también sigue intensificándose y las soluciones basadas en el mercado, en lugar de los derechos de las personas, sólo empeoran la situación. Según Xoán Carlos (Justiça nos Trilhos): “ese avance de las propuestas de economía verde que sabemos que son capitalismo verde, son una nueva forma de dominio de los territorios, el pago por servicios ambientales, etcétera. Aquí en Brasil esto se está haciendo de una forma muy violenta, incluso militarizada, con milicias armadas que defienden estos territorios. Entonces lo que en el norte del mundo se vende como sostenibilidad y como preservación ambiental, para nosotros significa coacción, violencia e imposición.”

La tierra es fundamental para la salud de los ecosistemas, la biosfera y una tierra habitable. El uso y la administración sostenibles de la tierra son vitales para proteger nuestro ecosistema común, incluidos los bosques, los humedales y las praderas. Sin embargo, a menudo, en nombre de la acción climática y la protección de la biodiversidad, los pueblos indígenas y las comunidades locales son desalojados por la fuerza de sus tierras ancestrales. Según Gam Shimray (Asia Indigenous Peoples Pact) “[…] los derechos a la tierra son muy importantes en la lucha de los pueblos indígenas por dos razones: por nuestra sostenibilidad y por nuestro derecho a la autodeterminación, principalmente. Por eso, los derechos sobre la tierra son fundamentales tanto en el debate sobre la biodiversidad como en el debate sobre el cambio climático… Así que el temor y el riesgo es que estos objetivos que se están estableciendo, por ejemplo, convertir el 30% de la tierra en ‘áreas protegidas’ para 2030, puedan convertirse en una herramienta o un medio para que los gobiernos sigan violando nuestros derechos y esta desposesión y la lucha de los pueblos indígenas continúen.” Para Helen Tugendhat (Forest Peoples Programme), “asegurar los derechos de los pueblos indígenas a la tierra es una solución increíblemente poderosa y escalable al cambio climático. […] Los pueblos indígenas están pidiendo que asegurar la tenencia de sus tierras y recursos se convierta en un objetivo específico en las negociaciones sobre biodiversidad que se están llevando a cabo actualmente. Y los pueblos indígenas y las comunidades locales también están pidiendo que los gobiernos inviertan en sus soluciones territoriales basadas en la naturaleza y la cultura tanto para el cambio climático como para la pérdida de biodiversidad.”

Como mujeres, hemos demostrado que tenemos experiencia para organizarnos y luchar y defender nuestros derechos y dignidad.
— Elga Angulo Gutierrez – Confederación Campesina del Perú

El debate también abordó las formas entrecruzadas de discriminación y que afectan especialmente a las mujeres, entre otros grupos. Los derechos a la tierra tienen importantes implicaciones para la realización de los derechos de las mujeres al agua, la vivienda, el trabajo, la educación, la salud, la propiedad, etc. Luchar por el reconocimiento de los derechos de las mujeres a la tierra significa también comprender su profunda relación con diferentes tipos de discriminación y violencia. Elga Angulo Gutiérrez (CCP) recordó las luchas de las mujeres por el avance de sus derechos: “[…] como mujeres, hemos demostrado que tenemos experiencia para organizarnos y luchar y defender nuestros derechos y dignidad. […] hemos conseguido una ley para la participación de las mujeres campesinas en las juntas comunales con al menos un 30% de representación. Nosotras, como mujeres, siempre hemos pedido el 50 por ciento de participación. Pero eso no era posible. Este logro del 30 por ciento ya es una realidad en el contexto de las mujeres campesinas indígenas. Muchas veces somos invisibilizadas en un mundo patriarcal con pocas oportunidades para nosotras de una verdadera participación política…”.

La tala de árboles, la minería y la agricultura industrial amenazan a muchas comunidades de todo el mundo que intentan organizarse para oponerse a los intereses. Xoán Carlos, de Justiça nos Trilhos (Brasil), comentó las múltiples formas en que las  personas intentan oponer resistencia a estos intereses: “A un nivel más micro de las comunidades, el pueblo se organiza resistiendo con sus semillas, con sus conocimientos tradicionales y su colección genética de plantas. Y también a nivel intermedio tratamos de hacer incidencia política para que se aprueben leyes, por ejemplo, que prohíban las fumigaciones aéreas con agroquímicos, que es algo que aqueja a varias comunidades, si se fumigan herbicidas en las plantaciones de las comunidades campesinas, de los pueblos indígenas, si esto les provoca inseguridad alimentaria, pero también una crisis financiera total, una quiebra total, porque pierden totalmente sus cosechas. También tenemos experiencias muy interesantes, como las leyes por iniciativa popular que tratan de frenar otros procesos legislativos respaldados por los grandes poderes económicos.”

A lo largo de todo el debate se mencionó la valiente labor llevada a cabo por las personas defensoras del medio ambiente y del derecho a la tierra, que cada día se enfrentan a mayores amenazas por parte de actores estatales y no estatales. Un ejemplo es el de OFRANEH, un movimiento social que ha sufrido muchas represalias por defender los derechos sociales, económicos, culturales y territoriales del pueblo garífuna en Honduras. Gracias a la incansable organización y al activismo de las comunidades locales y los movimientos de base, el tema central de los derechos territoriales es cada vez más visible. Tal vez uno de los ejemplos más notables provenga de Abahlali baseMjondolo, como señala su presidente S’bu Zikode: “Porque las voces de los pueblos indígenas y el arma de los pueblos empobrecidos es a través de su unidad en la diversidad. Las masas, cuando hablamos con una sola voz, cuando articulamos los problemas con una sola voz, entonces es probable que nos escuchen los que tienen el poder o la autoridad […] Es muy importante que organicemos a la gente. Por organizar me refiero a que nos dediquemos a la educación popular, es decir, a educarnos, a entender el sistema, pero también a analizar los sistemas y todas las fuerzas a las que nos enfrentamos.”

Por último, Adam Barnes (Kairos: The Center for Rights, Religion & Social Justice) nos recordó la urgencia de desarrollar un enfoque holístico y sistémico a los derechos a la tierra: “el medio ambiente está relacionado con el militarismo, la pobreza, el racismo y, en última instancia, una comprensión espiritual y moral de cómo debemos vivir. Así que sólo luchando y viendo la integración de todas estas demandas podremos ganar.”