Summary
El Estado de Maharashta y el Consejo Municipal de Bombay decidieron en 1981 desalojar a todas las personas que habitaban en la vía pública y en villas miseria de la ciudad de Bombay. Dichas personas reclamaron que el desalojo violaría su derecho a la vida, ya que al vivir en la ciudad podían ganarse la vida, y que, en caso de que se efectuaran los desalojos, se les debía proveer un lugar donde vivir. La Corte no aceptó ordenar las reparaciones solicitadas por los demandantes, pero entendió que el derecho a una audiencia había sido violado en el momento del desalojo planeado. La Corte sostuvo que el derecho a la vida, consagrado en el Artículo 21 de la Constitución, abarcaba el derecho a un medio de vida, dado que si el Estado tiene la obligación de asegurar que los ciudadanos cuenten con un medio de vida adecuado y ejerzan su derecho a trabajar, sería una mera pedantería excluir el derecho a un medio de vida del contenido del derecho a la vida. Sin embargo, el derecho a un medio de subsistencia no era absoluto y su privación podía ocurrir en el contexto de un procedimiento justo y equitativo llevado a cabo conforme a la ley. Los actos del gobierno deben ser razonables y todas las personas deben tener acceso a la oportunidad de ser oídas respecto de por qué no se deberían llevar a cabo tales actos. En el caso bajo análisis, la Corte decidió que las personas afectadas habían tenido su oportunidad de ser escuchadas conforme a los procedimientos de la Corte Suprema. Aunque no había dudas de que las personas afectadas no tenían intención de violar derechos ajenos, se concluyó que era razonable que el gobierno desalojara a quienes vivían en veredas y vías de circulación públicas. Los desalojos se postergarían hasta pasado un mes después de la estación del monzón (31 de octubre de 1985). La Corte se negó a reconocer que las personas desalojadas tuvieran derecho a un lugar alternativo donde vivir. Sin embargo, ordenó que (i) se les proveyeran lugares donde vivir a quienes presentaran tarjetas del censo de 1976, (ii) no se desalojaran las villas miseria con 20 años o más de existencia, con la excepción de que las tierras fueran necesarias con fines públicos y, en tal caso, se debía proporcionar un asentamiento alternativo y (iii) se debía dar prioridad a la reubicación de las personas.