El 28 de julio de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció un derecho humano innovador: el derecho a un ambiente limpio, saludable y sostenible. Esta decisión monumental marca una victoria para los activistas de derechos humanos y ambientales en todo el mundo, pero el verdadero desafío radica en su implementación.
En septiembre pasado, el Grupo de Trabajo de Medio Ambiente y DESC de la Red-DESC publicó este informe, que analiza la historia del derecho a un ambiente saludable, su importancia para las comunidades en la primera línea de la crisis climática, los principios fundamentales y las obligaciones estatales que deben guiar su implementación, así como las luchas colectivas que los miembros de la Red-DESC están defendiendo a nivel nacional, regional e internacional en relación con este derecho.
Durante décadas, la crisis climática ha impactado de manera desproporcionada a las comunidades marginadas, en particular a los Pueblos Indígenas, mujeres y activistas de base, muchos de los cuales enfrentan la degradación ambiental y la violencia alimentada por el extractivismo y las políticas neoliberales. En este blog, exploraremos los aspectos más destacados del documento para ver por qué el derecho a un ambiente saludable es vital, cómo se puede realizar y las demandas colectivas necesarias para crear un cambio sistémico.
Si te interesa profundizar en los detalles y el contexto histórico de este derecho, lee el informe completo aquí.
¿Por qué es importante este derecho?
El reconocimiento global del derecho a un ambiente saludable es el resultado de una persistente defensa por parte de grupos de la sociedad civil, gobiernos progresistas y comunidades en primera línea que continúan resistiendo intereses poderosos. La importancia de este derecho va más allá de la protección ambiental: se trata de justicia para quienes han sufrido debido a las acciones explotadoras de corporaciones y gobiernos que priorizan las ganancias sobre las personas.
Desde la selva amazónica hasta los desiertos de Jordania, desde las zonas rurales de Colombia hasta el pueblo Ogiek en Kenia, las comunidades de todo el mundo han afirmado durante mucho tiempo que un ambiente saludable es esencial para la realización de los derechos económicos, sociales y culturales. Sin un ambiente sostenible, otros derechos básicos, como el acceso a la comida, al agua limpia, a la salud e incluso a la vida, están en peligro.
¿Qué significa este derecho para las comunidades en primera línea?
Para los Pueblos Indígenas, el derecho a un ambiente saludable está directamente relacionado con su identidad cultural, sus tierras y sus formas de vida tradicionales. La realización de su derecho a un ambiente saludable ayuda a garantizar su derecho a la autodeterminación y protege sus territorios de proyectos perjudiciales. De manera similar, para los movimientos feministas de base y de mujeres, este derecho es crucial para abordar las inequidades de género arraigadas en las políticas climáticas y ambientales. Las mujeres, a menudo cuidadoras de la tierra, sufren las peores consecuencias de la destrucción ambiental.