La pandemia de COVID-19 exacerbó la crisis mundial de los cuidados y, sin una política adecuada y respuestas estructurales más profundas, las secuelas de la pandemia podrían afianzar aún más la distribución desigual del trabajo de cuidados no remunerado y la feminización de la pobreza, advierten los miembros y miembras de la Red-DESC del grupo de trabajo de Mujeres y DESC en un documento de debate en curso para construir un pacto social transformador sobre los cuidados.
Abogar por un pacto social sobre cuidados nuevo y más justo reconoce la preexistencia de un pacto social antiguo, injusto y aún vigente que naturaliza el trabajo de cuidado como responsabilidad de las mujeres y profundiza la feminización de la pobreza. Un pacto social que las mujeres nunca acordaron.
Como reveló esta crisis, el cuidado está en el centro mismo de nuestras sociedades y economías, y sin embargo sigue en su mayor parte sin ser reconocido y es invisible, así como cada vez está más privatizado y mercantilizado como fuente de beneficios para actores privados. Antes de la pandemia, las mujeres realizaban alrededor de tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado; esta carga desproporcionada no ha hecho más que aumentar durante la crisis de salud pública.
“Tenemos que decidir si queremos reconstruir un modelo económico que priorice el ánimo de lucro y la acumulación en manos de unas pocas personas, o una economía solidaria que priorice la vida, el cuidado mutuo y la preservación de los bienes comunes, como reclaman desde hace tiempo los movimientos feministas” señaló Indra Rubio, del Instituto Simone de Beauvoir (México) y miembra de la Red-DESC.
El trabajo de cuidado es una cuestión de derechos humanos
El trabajo de cuidado se ha asociado históricamente a las mujeres y se ha distribuido en condiciones estructurales de discriminación y desigualdad, especialmente entre las mujeres y las niñas de grupos desfavorecidos. La injusta distribución social de los cuidados está en la base de la feminización de la pobreza y es un importante obstáculo para que las mujeres puedan ejercer sus derechos en condiciones de igualdad.
“Nuestro sector [el trabajo doméstico] está integrado principalmente por mujeres negras, desplazadas, cabezas de familia y ancianas en una proporción importante. Los contratos y salarios precarios, la falta de protección social y la discriminación son situaciones a las que comúnmente nos enfrentamos en nuestro sector (…) Los países nunca están preparados, y una vez que ocurre una crisis de este tipo, muy rápidamente se hace evidente quién queda excluido de los paquetes de ayuda y asistencia de los gobiernos, que toman medidas para las empresas y otros sectores privilegiados mientras que otros, como las mujeres pobres, quedan marginados”, señaló Claribed Palacios, Presidenta de la Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Hogar (UTRASD, Colombia) y miembra de la Red-DESC.
El proceso colectivo sobre el cuidado se ha presentado en varios eventos y espacios de incidencia, incluida la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU (CSW). Las miembras del Grupo de Trabajo de Mujeres y DESC han liderado esta iniciativa con el Grupo de Trabajo de Litigio Estratégico participando en diversos espacios y debates a nivel de la Red, orientando conjuntamente el trabajo sobre el cuidado.
En 2020, la Red-DESC presentó una intervención de terceros (amicus) ante el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CESR, por sus siglas en inglés) en el caso de Marcia Cecilia Trujillo Calero vs. Ecuador, alentando al Comité a aplicar una perspectiva de igualdad sustantiva a su interpretación de los hechos y destacar el impacto del trabajo de cuidados no remunerado en el acceso a la seguridad social. En 2021, la Huelga Mundial de Mujeres movilizó a mujeres de todo el mundo para exigir alternativas económicas que prioricen la integridad de los pueblos y el planeta, garanticen la justicia de género y promuevan un nuevo pacto social sobre los cuidados.