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Martes, Noviembre 26, 2024
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La COP29, celebrada en Azerbaiyán, dejó en evidencia un rotundo fracaso en la respuesta a la crisis climática global, al presentar soluciones de financiación climática insuficientes e injustas. A pesar de los urgentes llamados para destinar billones de dólares en fondos de reparación a las comunidades más vulnerables, los países del Norte Global redujeron el acuerdo a un limitado compromiso de 300.000 millones de dólares para 2035, profundizando las desigualdades y favoreciendo los intereses corporativos. Las discusiones sobre pérdidas y daños extremadamente insuficientes, mientras que los compromisos voluntarios perpetuaron las dinámicas del colonialismo climático. Esta es la declaración de la Red-DESC ante los resultados de la COP.
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Miembros y aliados de la Red-DESC reivindican sus demandas en la Conferencia sobre el Clima en Bonn, en junio de 2024. © Privado

La conclusión de la COP29 en Bakú (Azerbaiyán) constituye una nueva e inquietante injusticia en la lucha global contra el cambio climático. En lugar de cumplir con las promesas de una acción climática significativa, la cumbre arrojó resultados que no solo profundizan las desigualdades globales, sino que también perjudican a las comunidades más vulnerables y no están a la altura de la magnitud de la crisis climática.

Durante más de 30 años, los movimientos climáticos globales han reiterado la misma pregunta: “¿Dónde está la financiación necesaria para enfrentar la creciente crisis climática?”. La COP29 ofreció una respuesta contundente de fracaso, ignorando las necesidades del Sur Global mientras favorecía los intereses de las corporaciones y los países del Norte Global, cuya riqueza se ha construido a expensas de la explotación de tierras y océanos, así como de la pérdida de medios de vida y la soberanía de las comunidades. La Red-DESC participó en la COP con más de 20 integrantes, amplificando los llamados a la rendición de cuentas, las reparaciones y las soluciones lideradas por los pueblos. Sin embargo, los resultados de la cumbre consolidaron aún más el dominio del Norte Global, priorizando los beneficios económicos sobre las personas y el planeta.

La humanidad ha depositado su esperanza en los espacios de las Naciones Unidas como plataformas para alcanzar la justicia climática. Sin embargo, una vez más, somos testigos de la parcialidad del Norte Global y de la influencia de los intereses corporativos, que nos empujan al borde de una extinción masiva. Las promesas se convierten en palabras vacías, mientras los pueblos más vulnerables pagan las consecuencias.
— Martha Devia Grisales, Comité Ambiental en Defensa de la Vida

COP: ¿Conferencia de las Partes o Conferencia de Contaminadores?

Desde el principio, la COP29 dejó clara su alineación con los intereses corporativos, o como muchas personas señalaron: “Esta no es una COP para financiar soluciones reales, sino una COP de falsas soluciones”. La cumbre arrancó impulsando normativas sobre los mercados de carbono, recibió a más de 1.700 grupos de presión de la industria de combustibles fósiles y legitimó iniciativas lucrativas que perjudican los derechos y los medios de vida de las comunidades más vulnerables.

Al promover falsas soluciones como el comercio de carbono, el Norte Global desvía deliberadamente la atención de los cambios estructurales necesarios hacia distracciones peligrosas. Es crucial priorizar soluciones auténticas que se centren en la justicia, la equidad y la sostenibilidad. Las soluciones lideradas por las comunidades son el único camino viable. Nuestro futuro depende de escuchar a estas comunidades de base e invertir en ellas. Debemos continuar exigiendo compromisos más ambiciosos que garanticen que la acción climática aborde las injusticias climáticas y no se quede en meras palabras vacías.
— Radiatu Sheriff, Natural Resource Women Platform

Lo que debería haber sido un espacio para avanzar hacia la justicia climática se transformó en un escenario para profundizar y acelerar las desigualdades globales existentes. Este panorama quedó en evidencia con la retirada de Papúa Nueva Guinea y el abandono de los Países Menos Adelantados (PMA) y la Alianza de Pequeños Estados Insulares (AOSIS), quienes rechazaron el acuerdo financiero propuesto por los países más ricos.

En mi primera experiencia en la COP29, me queda claro que las negociaciones de este año han perdido por completo el propósito original de la COP en el marco de la CMNUCC. Ya no es un espacio para abordar la crisis climática; se ha convertido en una plataforma para proteger los intereses de las empresas de combustibles fósiles y diseñar estrategias que permitan a los países del Norte Global eludir sus responsabilidades. Esto no es un avance, es un paso más hacia el desastre para la humanidad.
— Varuntorn Kaewtankam, Sustainable Development Foundation (Tailandia)

La COP29 se pareció más a una Conferencia de Contaminadores que a una Conferencia de las Partes. Mientras los retrasos y la inacción continúan marcando el proceso, los miembros de la Red-DESC tienen claro que es imprescindible involucrarse profundamente en las negociaciones climáticas globales. Las voces de los pueblos no pueden seguir siendo ignoradas. Las historias y luchas de las comunidades deben servir como base de resistencia, fortalecida por la unión de los movimientos globales, para desmontar el capitalismo, la explotación neoliberal y las injusticias climáticas.

Es inadmisible que esta COP legitime la especulación con las injusticias climáticas, permitiendo que los Bancos Multilaterales de Desarrollo movilicen fondos climáticos. Este modelo bloquea el acceso directo de las comunidades a la financiación climática y las hunde aún más en una deuda ilegítima. El auge de las falsas soluciones en la COP29 resulta alarmante, mientras que las soluciones lideradas por las comunidades no reciben ni reconocimiento ni financiamiento directo. La justicia climática exige enfrentar las raíces estructurales de las injusticias, lo que incluye garantizar que el Sur Global reciba billones, no miles de millones, en financiación climática reparadora.
— Ranjana Giri, Asia Pacific Forum on Women, Law and Development

¿Dónde está la financiación? 

Los resultados de la COP29 ponen en evidencia una preocupante y desigual asignación de los recursos globales. Mientras billones de dólares siguen fluyendo hacia la industria de los combustibles fósiles, actores del Norte Global, como Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea, bloquean cualquier avance significativo en la financiación climática. Al mismo tiempo, miles de millones se destinan a la militarización de comunidades rurales e indígenas y a sostener genocidios y ocupaciones ilegales, desde Palestina hasta Birmania.

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‘Acción para desfinanciar el genocidio” en la COP29, el 15 de noviembre de 2024. © Sally Dellah

El llamado “Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado” (NCQG, por sus siglas en inglés) de movilizar 300.000 millones de dólares para 2035 pone de manifiesto una preocupante falta de voluntad para abordar las verdaderas necesidades financieras de la acción climática. Esta cifra, claramente insuficiente, resulta aún más alarmante en un contexto de creciente inflación en el Sur Global, que dificulta enormemente los esfuerzos para enfrentar los impactos del cambio climático. A pesar de las múltiples evidencias que indican que los daños climáticos podrían costar a la economía mundial hasta 59 billones de dólares anuales para 2049, y de las demandas de los países del Sur Global de una financiación anual de 1,3 billones de dólares, el NCQG se queda devastadoramente corto. Además, excluye cualquier consideración sobre pérdidas y daños, derechos de los pueblos indígenas y el derecho humano a la reparación, abriendo paso a soluciones impulsadas por el mercado y lideradas por empresas, y consolidando una vez más el colonialismo climático bajo el control de las élites del Norte Global.

La sociedad civil —especialmente las feministas y defensoras del Sur Global— no solo ha advertido sobre la falta de ambición y justicia en las negociaciones de financiación climática, sino que también rechaza el NCQG, que debía proporcionar billones, no solo miles de millones. En lugar de representar un avance, el compromiso de 300.000 millones de dólares para 2035 es una injusticia y un pésimo acuerdo. La financiación basada en el mercado es un retroceso preocupante que deja a las naciones más vulnerables sin los recursos necesarios para enfrentar esta emergencia. Rechazar las subvenciones climáticas significa que el Norte Global, principal responsable de la contaminación, evade sus responsabilidades. Este nuevo acuerdo solo trae más deuda y extracción de recursos. Los países del Norte Global están financiando sus propias inversiones, no sus ambiciones climáticas.
— Shereen Talaat, MENA Fem Movement for Economic, Development and Ecological Justice

Las cifras evidencian esta injusticia: la industria militar mundial representa el 5,5 % de las emisiones globales, y las naciones ricas destinan 30 veces más recursos a militarización que a financiación climática. Esta disparidad no se debe a una falta de recursos, sino a una decisión deliberada de priorizar el dominio económico y político por encima de sus obligaciones climáticas con el Sur Global.

La COP29 ha sido una burla, y el chiste es contra los países del Sur, que enfrentan una crisis climática que no provocaron. Los países del Norte Global, responsables del 92 % de las emisiones históricas, han vuelto a usar tácticas de divide y vencerás, utilizando los derechos humanos y la igualdad de género como moneda de cambio para eludir sus obligaciones financieras y su deuda climática con el Sur Global. Han dejado claro que no respetan el Derecho Internacional y que consideran las vidas de los pueblos indígenas y del Sur Global como daños colaterales de su consumo desmedido, sus beneficios y sus guerras.
— Katherine Robinson, Natural Justice

Quince años después de las promesas hechas en el Acuerdo de Copenhague, la COP29 evidencia que la brecha sigue siendo abismal. El Norte Global no solo ha incumplido su compromiso de aportar 100.000 millones de dólares anuales en financiación climática para 2020, sino que ha trasladado la carga al Sur Global, obligando a estas naciones a agotar sus ya escasos recursos para recuperarse de los impactos climáticos que no causaron. Además, la preferencia por un modelo de financiación basado en préstamos, junto con la creciente influencia del sector privado, ha aumentado la deuda insostenible y el control de las Instituciones Financieras Internacionales sobre la soberanía de los países del Sur Global y su capacidad para decidir cómo abordar la crisis.

Es desalentador, pero no sorprendente, que persista una flagrante indiferencia hacia los derechos de las mujeres del Sur Global a la atención sanitaria y el bienestar, derechos que ya están gravemente afectados por la crisis climática. Esta indiferencia se observa tanto dentro como fuera de los espacios oficiales de la COP, lo que evidencia la fuerte influencia de los intereses corporativos en estas negociaciones.
— Nica Castillo, Asia-Pacific Research and Resource Centre for Women

Pérdidas y daños: una promesa vacía

El recién creado Fondo de Pérdidas y Daños es quizás el ejemplo más alarmante del fracaso global en abordar los impactos del cambio climático. Como señaló Budi Tjahjono, de Franciscans International: “Los compromisos financieros de ‘solo’ 730 millones de dólares están muy por debajo de los miles de millones necesarios para responder de manera efectiva a las pérdidas y daños”. Además, todas las contribuciones serán completamente voluntarias, sin mecanismos de rendición de cuentas ni compensación. La estructura del Fondo suscita serias dudas sobre si los recursos llegarán realmente a las comunidades de primera línea.

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Acciones colectivas en la COP29, noviembre de 2024. © Patricia Wattimena
Esta COP ha dejado resultados profundamente decepcionantes en torno a las Pérdidas y Daños, especialmente en las discusiones sobre financiamiento y el NCQG, donde se ha eliminado toda referencia a este tema. Esto demuestra cómo el Norte Global continúa negando el daño que ha infligido a nuestras comunidades en el Sur Global, evadiendo descaradamente su responsabilidad. Debemos seguir exigiendo justicia para nuestros países. No podemos tolerar un sufrimiento sin fin. Las reparaciones deben hacerse realidad con urgencia.
— Maria Paula Barboza, La Ruta del Clima (Costa Rica)

La resistencia de los pueblos: El único antídoto contra la injusticia climática

El abandono y la explotación continua del planeta siguen motivando a las comunidades de primera línea a resistir y exigir rendición de cuentas. Los movimientos de base no cesan en su lucha por la justicia climática, responsabilizando tanto a la industria de los combustibles fósiles como a los países del Norte Global por el agravamiento de esta crisis. Alcanzar la justicia climática requiere acciones transformadoras que garanticen la sostenibilidad del planeta. Es fundamental que los grandes contaminadores rindan cuentas y se ponga fin a los ciclos de militarización y desplazamiento.

Virginia Talens, de Kalikasan Peoples’ Network (Filipinas), destacó la fuerza de estos movimientos: “Hemos venido a la COP para exigir soluciones que salven a nuestros pueblos. No depositamos todas nuestras esperanzas en la COP y, al finalizar la COP29, regresamos a nuestro país devastado con las manos vacías. Sin embargo, nos sentimos victoriosas porque las mujeres, los pueblos indígenas, los agricultores y las personas trabajadoras siguen resistiendo. La lucha trasciende a la COP, y está claro que la COP no luchará por nosotras. Construyamos movimientos más grandes y recuperemos el poder para implementar soluciones reales y lograr un cambio sistémico. Hagamos que los contaminadores paguen. La justicia climática es nuestra”.

El camino a seguir está claro. La lucha por la justicia climática va mucho más allá de los muros de las salas de negociación de la COP. La COP29 ha evidenciado que la verdadera justicia climática no emergerá de cumbres controladas por intereses corporativos y del Norte Global. Solo será posible gracias a quienes resisten la explotación colonial: mujeres en toda su diversidad, pueblos indígenas, comunidades campesinas, personas trabajadoras y todas aquellas históricamente oprimidas. La lucha por la justicia climática es, ante todo, una lucha por la rendición de cuentas, las reparaciones y el reconocimiento de las soluciones lideradas por los pueblos como pilares fundamentales de un futuro sostenible.

Nos negamos a aceptar un sistema global que coloca a las personas en el centro de una maquinaria impulsada por la codicia y la avaricia. Somos testigos de un mundo que fomenta la agresión y la guerra contra las comunidades, priorizando las ganancias económicas a costa de la destrucción del planeta. Aunque los resultados de la COP29 están lejos de responder a nuestras demandas, esto no significa que vayamos a rendirnos. Nuestro papel como observadoras y observadores que confrontan con la verdad a quienes ostentan el poder es fundamental para visibilizar las luchas de las comunidades, respaldadas por la evidencia y la ciencia. Nuestro próximo destino, Brasil, será una plataforma esencial para intensificar la presión y generar un impacto significativo.
— Hala Murad, Dibeen Association for Environmental Development (Jordania)